jueves, 20 de marzo de 2008

Esto le puede pasar a cualquiera

Si usted hoy tiene trabajo cualquiera que este sea y lo pierde y no consigue ya sea por la edad, por el desempleo o las circunstancias de la vida y todo esto lo llevan a encontrase “en una mala situación”, seguramente pensará en vender algo en la calle. Como a don Pablo Emilio Cruz, una persona amable que se vino de Armenia por amor a su esposa, antes se dedicaba a la construcción, pero como él mismo dice: “hoy en día a uno lo rechazan por lo viejo”, todavía es vigoroso y considera que podría trabajar en la construcción sin ningún problema, aún teniendo 65 años.
Fue así como un día se vio desempleado, sus semanas de cotización no eran suficientes para una pensión, entonces un amigo le dijo que estaban necesitando gente para vender periódicos en los semáforos, “¡cómo es la vida…! a uno a veces le toca trabajar en cosas que nunca pensó”, dice don Pablo con un dejo de tristeza y melancolía, pero orgulloso de ser un luchador honesto que ha sacado adelante a sus dos hijos.


Ahora su lucha es por su nieto de siete años, pues su hija la menor no quiso hacerse cargo del pequeño y no le quedo más remedio que cuidarlo junto a su esposa. Cuando don Pablo habla de su nieto; su cara cambia, sonríe, lo ama, es su razón de vivir, la inspiración para cada día levantarse a las 5:00 de la mañana y caminar 45 minutos hasta su sitio de trabajo, diagonal al centro comercial Bulevar Niza, allí llega a las 6:15 mas o menos todos los días, se coloca su chaleco verde, su sombrero para el sol y entre carro y carro ofrece la información del día con una cara que a pesar de los obstáculos de la vida, no le han arrebatado esa alegría de vivir.

Cada semáforo es un pequeño mercado que espera a la mirada indiferente de muchos que ni voltean a verlos para decir “no muchas gracias”. Trabajadores de la lucha que se libra cada día en este país por ganarse la vida a como de lugar.

En este trabajo se aceptan sin discriminación a todas las personas, ancianos, desempleados, discapacitados, mujeres cabeza de familia, desplazados, personas que no consiguen en otro lado trabajo y que por su situación otra salida no les queda.
La indiferencia sólo requiere del cinismo, la soberbia y la arrogancia para olvidarse que el mundo está roto o a punto de romperse. Así que no sea indiferente, un día puede ser usted el que por las cosas de la vida y del desempleo, el que haga parte de la gran bolsa de empleo informal que es la calle.

Tomado de: http://www.lacoctelera.com/brujula-urbana/Publicar entradapost/2007/11/12/la-indiferencia-es-carne-y-hueso

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